Nació.
Creció.
Se reprodujo.
Pestañeó y
Murió.
Tiempo después encontraron sus huesos. No estaban intactos, un poco de aire fresco y se esfumaron en mil partículas que fueron a parar a distintos lugares: un plato de arroz con carne, el cubrecamas de una guagua, el jardín de la señora Juana, y en la orilla de todas las habitaciones de las personas que vivían en calle Compañía.