Primero fueron unas pelotitas que nacían de todo su costado. Cien pelotitas de un color morado oscuro.
De repente, una de éstas reventó, dejando a la vista un pie bien formado, cinco dedos, un talón, una rodilla.
Mamá Ciempiés estaba emocionada; si todo salía bien, de aquí a cuatro días más tendría un precioso bebé ciempiés con todas sus patitas sanas y bien formadas. Lo único que deseaba Mamá Ciempiés es que no le saliera cojo.
Ya había comprado los cincuenta pares de zapatillas.
Y no tendría dinero suficiente para ir al podólogo el próximo mes.